llevamos eterno luto por ello.
Extraños sobre un mundo impuesto
maquillamos nuestras penas bajo el carmín.
Las calaveras que adornan nuestras manos
son el tributo a nuestros muertos.
Las cruces que portamos
nos recuerdan tu final.
Te odiamos porque nos creaste
tan imperfectos, tan débiles.
Queríamos ser ángeles
y nos humillaste con la humanidad.
Ocultos en las tinieblas
celebramos nuestros rituales.
Unidos como hermanos
huérfanos de tu amor.
La muerte nos protegerá
pues somos sus amantes favoritos.
Ella nos enseñará el camino
para encontrar nuestras alas.
Hasta entonces, seguiremos aquí
vagando por tus malditos dominios.
Esclavos del amor y del odio
por tu maldita voluntad.
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